Holden Caulfield piensa que eres un comepinga

Mujercitos Junior
4 min readNov 9, 2020
ArtCover por Ahmed Perez Nuñez

Por Xavier Borges

Si te quieres sentir único, diferente y especial al resto, disparo habitual de nuestros tiburones terrestres, ha llegado tu biblia. El guardián entre el centeno, publicado por J.D Salinger en 1951, nos narra la historia del compañerito Holden Caulfield, un adolescente neoyorquino de 16 años. ¿Qué tiene de especial como personaje? Absolutamente nada. Holden es un chamaquito berreado con el mundo, justo como tú y yo, que va diciéndole farsante a todo el que se le aparece en frente.

La historia comienza cuando nuestro outsider es expulsado de la beca y se escapa para vagar tres días sin rumbo por las calles de la Gran Manzana, quiere despejar antes que los puros le partan la boca por bruto. Salinger crea un personaje con el que te sientes identificado de una manera u otra. Te manipula para que te sientas especial. Lo asombroso es que lo logra aunque tengas esto en mente mientras lees. Intenta darle caña, a través de un puberto, a la sociedad americana de la época. Lo logra por momentos, aunque de una manera bastante superficial, y un poco termina convirtiéndose en nihilismo barato de adolescente, teniendo claros realmente geniales en un bosque oscuro de odio.

Para su tiempo, la novela trata con honestidad atemorizante los problemas de los jóvenes. Holden se emborracha hasta más no poder, fuma como un trastornado, se quiere ir de putas y posee un cinismo exagerado. No se va a poder ganar la insignia de puntualito nunca, el pobre.

El libro se ha convertido en un clásico de la literatura Norteamericana. Especularía que se debe sobre todo a la controversia por la que ha pasado a través de los años. Ha inspirado a homicidas famosos como Mark David Chapman (asesino de John Lennon), un gordito estresado que se tomó demasiado a pecho la mano de pinga que habla Holden. Al disparar a Lennon se quedó leyendo un ejemplar del libro, hasta que llegó la policía. En la primera página estaba escrito: “Esta es mi declaración”. Firmado con el nombre de Holden Caulfield. ¡Uy qué miedito!, mira que hay gente loca.

Si se malinterpreta puede ser tomado como un discurso de odio, tomando a Holden como un mesías de la mierda. No te lo tomes tan en serio. Incluso Caulfield se redime dándose cuenta de que su actitud es completamente inmadura. Termina teniendo las mismas características que le daba a la interpretación de Hamlet, en una obra que lo llevó a ver su hermano D.B. Parafraseando: “Lo hace parecer como si fuese un héroe cuando en realidad Hamlet es un tipo jodido y triste”.

La obra cumple su objetivo a fin de cuentas: ser un libro entretenido que te hace reír de vez en cuando. Meterse tan para abajo en las profundidades siniestras, no ayuda en nada a su comprensión.

Tiene un mensaje simple y esperanzador: el mundo es una pinga, pero la enajenación y autodestrucción no es la solución. Nuestro “mesías” demuestra su impotencia ante las características ridículas de la sociedad, como la superficialidad y la hipocresía. Combatiéndolas con sarcasmo se enajena del mundo, aunque esto solo provoca una barrera que lo separa de la gente, la misma gente que al final termina extrañando.

Nos regala conversaciones geniales con personajes peculiares como el profesor Antoneli y su hermanita Phoebe. Diálogos que retratan perfectamente el caos que significa tener 16 años y no saber qué pinga hacer con tu vida. A fin de cuentas Caulfield prefiere divagar para encontrar de esta manera lo que realmente le apasiona, antes que empezar a hablar de algo que no sabe si realmente le interesa más que nada en el mundo. Aunque palabras dichas solamente para satisfacer el ego del profesor y no para ayudar, no pierden veracidad: “Un hombre inmaduro prefiere morir noblemente por una causa, la mayor aspiración de uno adulto es servir humildemente a una causa”.

El nombre de la novela se debe a que Holden le dice a Phoebe en una de sus conversaciones que lo único que realmente aspira a ser de adulto es un Guardián entre el centeno. En un centeno pegado a un precipicio, donde jueguen niños y él los pueda agarrar antes de caer. Mira a los niños como la cúspide de todo lo que está bien. Su condición de guardián le permitirá rescatarlos antes de que caigan en el precipicio de la sociedad, lo que nos demuestra la alta sensibilidad con la que ha de enfrentarse al mundo.

Es una historia realmente entretenida, que tienes que acabar (sí o sí) una vez que te adentras en ella, que a cada rato te saca una sonrisa, ya sea por las ocurrencias de Caulfield o por lo ridículo de la traducción. Sí, porque si te lo lees en físico trata de que no sea la traducción cubana. Pierde seriedad la historia cada vez que te sueltan un “recórcholis” o un “eso me arrebata”. Deja la yerba de parque Holden. Si te lo puedes leer en su idioma original, mejor… bueno, casi todo es mejor así.

En fin, descárgale a sentirte todo un fula pero sin cogerlo tan literal. Si te da el loco de matar a alguien cuando lo termines, por favor que sea a Raúl Torres. Si te enteras a dónde van los patos del Parque Central en invierno, me llamas.

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